Hagamos un breve recorrido por lo que es (y que no es, quizás) un termógrafo, aunque es posible que ya se haya dilucidado en las secciones anteriores.
Si desglosamos la palabra tenemos dos pedazos: termo y grafo. El primero de estos términos hace alusión a la temperatura y el segundo a la escritura. Entonces, un termógrafo es un dispositivo que puede hacer mediciones de temperatura y registrar dichas mediciones.
Los termógrafos son muy utilizados en instalaciones que necesitan temperaturas especiales, como los frigoríficos, bien sea en comercios, transportes de cualquier tipo o instalaciones con características particulares.
Usualmente se instalan en el exterior, muy cerca del equipo frigorífico. Muchas veces se colocan dentro de la cabina del transporte, en un espacio que lo haga ver como un radio transmisor.
Aparte de una cava frigorífica, un horno, caldera o una bomba pueden ser lugares idóneos para ser estudiados termográficamente y su análisis puede determinar alguna fuga o fallo, con el fin de aplicar los correctivos pertinentes y alargar la vida útil del aparato.
Pero los usos del termógrafo no acaban aquí, ni siquiera es el área que más los usa, actualmente. En la ingeniería, en las áreas que tienen que ver con estructuras, son ampliamente usados para detectar fallas estructurales importantes.
Los termógrafos han adquirido mucha popularidad gracias al Covid-19. La necesidad de medición de la temperatura en muchos locales ha hecho que el uso de la termografía se expanda considerablemente y, aunque los aparatos que para ello se usan no son de tecnología avanzada, manejan el mismo principio.