Cada vez es más sencillo ahorrar en energía, todo ello gracias a la revolución tecnológica que han vivido los sistemas de consumo de energía. Debido a la crisis climática y ecológica actual, las empresas han llevado a cabo mejoras de eficiencia en los sistemas energéticos, reduciendo al máximo las emisiones de partículas contaminantes.
Mitigar este impacto cuanto antes, forma parte de la agenda de los políticos europeos que, sensibilizados con la causa, han decidido establecer medidas de ahorro energético, con el objetivo de que se cambien por completo los hábitos de consumo de la población, hacia una responsabilidad de las personas sobre el futuro del planeta.
En este sentido, la comunidad científica ha desarrollado instalaciones que se abastecen de energías renovables: recursos inagotables y gratuitos que proceden de la naturaleza. Tratando, en paralelo, de mejorar el esfuerzo energético para lograr un ahorro de energía. El Sol, el viento o el agua son recursos energéticos renovables, fáciles de convertir en energía útil para el consumo humano. Estas instalaciones tan vanguardistas garantizan la eficiencia energética, un concepto con doble vertiente: busca que los usuarios gasten la energía justa necesaria y, a su vez, que reduzcan al máximo el importe de sus facturas de energía, con ahorros que pueden llegar hasta el 70 %.
Llegados a este punto, es importante hablar del autoconsumo, la práctica que se ha gestado gracias a la evolución de las instalaciones basadas en energías renovables, en las que el usuario es el que produce la energía necesaria para su propio consumo. Incluso desde hace algunos años, debido a lo sencillo que resulta generar energía, las autoridades también posibilitan el autoconsumo compartido. Esta alternativa, puede ayudar a abastecer a toda una comunidad de vecinos, a través de la instalación de, por ejemplo, paneles solares en el exterior del edificio.